¿Podría considerarse el alter ego femenino de los landistas? relativamente. Si el ”landismo” es un concepto histórico, es decir, se ubica en tiempo concreto y tiene origen y fin como personaje que es (aunque podamos encontrarnos por el mundo ramalazos de personalidad landista), la ”maruja” es una condición aplicada a una forma de comportamiento en la mujer que sobrepasa la figura de personaje (aún retratándose en infinidad de películas y series) y que se afianza en la vida real con fuerza a través de diferentes épocas.
Una de las figuras que se pueden considerar, aunque de una manera un tanto lejana, influencia del concepto, es la de la plañidera. Esas mujeres que se introducían en velatorios y entierros, pagadas, para “dar ambiente”, con sus sollozos y aflicciones teatrales, puesto que no pertenecían directamente a los allegados de los afectados, nos dan la clave de una de las características fundamentales del marujeo: la capacidad de inmiscuirse. Como La Celestina, otra referencia en el ámbito de los amoríos y trajines medievales; las alcahuetas... o sea, que la cosa viene de antaño...
Sus características identificativas serían:
- Ama de casa: aunque no es requisito obligado (puede compaginarse con un trabajo fuera del hogar), un contacto estable y cotidiano con el hábitat natural de las ”marujas”, la vivienda, sí que se nos antoja fundamental. La vivienda es el campo base de actuación de la ”maruja” y donde retro-alimenta su contenido existencial, vía patio, escalera, portal, barrio, televisión y radio. Como lugares complementarios donde poder socializar sus impresiones, la peluquería, la tienda, la terraza (alternativa de ocio) o el banco de acera (atalaya donde las haya...). Repetir y aclarar que no todas las amas de casa son o ejercen de ”marujas”.
- Edad variable. Lo importante, como ya hemos dicho, es que viva de/por su contexto. Podemos encontrarnos con una chica de 15 años, ”maruja” en potencia, aunque la conversión suele aparecer en edades casaderas (lo estén o no) y sin límite de edad (la ancianidad potencia el marujeo: menos actividad, más tiempo para elucubrar).
- Clase social. Se tiene por asimilado que los estratos más comunes son las clases media y trabajadora desinteresadas por la intelectualidad, acomodadas en un modo de vida corto de miras, muy cerrado en su “pequeño mundo” y con una especial reticencia a la aventura (sobresaltos que le puedan trastocar demasiado su controlada cotidianidad), factor compartido con el ”landismo”.
El rechazo que produce la imagen de la ”maruja” en la burguesía más adinerada, la jet set y otras posiciones sociales más elevadas, no les exime de caer a su pesar, en la actitud del marujeo, sobre todo por la ociosidad que conlleva su rango, escasamente predispuesto a la ocupación laboral. Trasladan el hábitat de la casa, en su caso, al gimnasio o al club.
· Actitud. En este punto se aprecia el verdadero talante de la ”maruja”. Por un lado, proyectan un inusitado interés por la vida de los demás a todos los niveles, acumulando una información que será el fundamento de su actividad: hablar del prójimo. Cuando esa información se versiona y se comparte, surge el cotilleo, el chascarrillo, el chisme, dando sentido a su vida. Han desarrollado un auténtico don, el de sacar información en base a una especie de revisión socrática sutil que, como el que no cree la cosa, inevitablemente hace que te encuentres en su terreno, respondiendo con naturalidad a preguntas indiscretas presentadas con un estilo y un “saber hacer” impresionantes. Es el perfeccionamiento de otro tipo de inteligencia no vinculada al positivo desarrollo de la persona. Esto les ha hecho cultivar unos métodos de autodefensa muy fuertes: así como son capaces de sacarte información de la manera más natural, se muestran impenetrables para lo suyo. Pueden sacar a relucir un cinismo, mala baba y agresividad persuasiva de primer nivel, si tienen que defender sus fronteras u opiniones; por eso el grito, la teatralidad gestual, el aspaviento, la ”mirada mortal”, la hipocresía, forman parte de su catálogo de actitudes forjadas en una educación doméstica, autodidacta, tomando como referencia externa la televisión, la prensa del corazón más arrabalera y en su corporativismo de clase, el resto de ”marujas” del lugar.
Alimento cultural: la televisión.
- Magazines de prensa rosa: los grandes referentes, la fuente de inspiración estética más completa. Desde los modos y costumbres de sus protagonistas, hasta sus ropas.
- Teleseries o telenovelas: muchas de ellas sudamericanas, por lo que se le añade a la ”maruja” una visión transatlántica de la vida deformada con historias “de amor” y desamor dignas de un museo del horror.
- Existen luego los telefilmes: películas, historias, que no tienen acceso a la distribución en salas de cine pero que pretenden acercarse al estilo cinematográfico. Todas son iguales, por lo que podrían formar parte de una serie monográfica por capítulos: ”cómo sufren la mujer o el niño en la sociedad norteamericana”.
- Los concurso entertainment , que no hace falta demasiada ilustración para ganar unos dineros, donde menos se evidencia la carencia cultural.
- El último gran grupo de programas son los noticieros costumbristas que bajan “a pie de calle”, mezclando sin ningún problema una explicación de cómo se cocina un revuelto de setas con sesos y el dolor del hermano de una niña desaparecida en un recóndito pueblo valenciano... esta mezcla de carnaza tan diversa excita mucho a la ”maruja”.
Franjas generacionales:
1. Las más mayores, con el recuerdo de dos actrices ya fallecidas encarnando el estereotipo de ”maruja” a la antigua usanza: Rafaela Aparicio y Florinda Chico; también Gracita Morales o Lina Morgan. Van de los 70 años en adelante y están en el último trato vital, lógicamente.
2. Otro grupo, desde los 55 hasta los 70 años, con la presentadora/comunicadora María Teresa Campos como estandarte más glamouroso. Recursos estéticos muy variados, suministrados en las boutiques de barrio y mercadillos: improvisación funcional, dedicación más al pelo (más bien corto) que al maquillaje. A reseñar, una referencia: el vestido de gala “mesa camilla”, popularizado por la ilustre presentadora.
Muchas de estas ”marujas” pertenecen al sector migratorio, pero no han perdido el deje idiomático de su tierra natal. Ideológicamente conservadoras, la crítica social no va con ellas (sí la personal, claro, por algo son ”marujas”); escaso interés por la cultura en general y las relaciones sexuales, todavía como Dios manda, con el marido. Con ellas persisten en gran medida, muchos de los principios estéticos ibéricos tradicionales.
3. Las ”marujas” de penúltima generación, entre los 30 y 55 años. Y con ellas, el paradigma televisivo de las últimas décadas: Belén Esteban: embutida en indumentaria ceñida, debe de remarcar los progresos en el gimnasio del barrio. La educación básica justa y el trabajo de cajera en Mercadona no son obstáculos para mostrarse al mundo como “princesas del pueblo”. Desprendidas del rigor social y de las ataduras morales y religiosas de las ”marujas” precedentes, su visión de las relaciones sexuales y la pareja es más liberal y no se desecha, si se tercia “una canita al aire” o la separación.
Es una ”maruja” más desapegada de la casa, más social y suele desempeñar sus funciones, más que desde la ventana del patio-manzana, haciendo compras con sus amigas, echando un café eterno en las terrazas o, simplemente, dejándose estar por ahí.
Absolutamente al margen de intereses artísticos, intelectuales, políticos... su universo cultural se ciñe alrededor de los realitys shows, la prensa del corazón, las grandes superficies de consumo, las películas de acción, de amor en las que aparezcan actores atractivos aunque la cinta sea una basura, el reggaeton y sus variantes, los hits mainstream más bien nacionales (tiene que entender lo que le dicen) para la fiesta, y la canción melódica para hacer la casa.
Están ya habitualmente conectadas, cosa que se les escapa a las otras tipologías de ”maruja” y por lo menos, emails, Facebook o Power Points picantes, graciosos, románticos o paisajísticos, de esos que se mandan en cadena, ya suelen manipular.
Para terminar, ni que decir tiene que con estos argumentos la ”maruja” de penúltima generación, se comunica con los demás en base a semi gritos (asilvestramiento urbano), frases cortas, apresuradas (extirpada naturalmente la capacidad de reflexión), palabrotas y las coletillas “¿sabes? ¿me entiendes? ¿vale?osssea (acercamiento a dejes pijos)”... como paliación de sus carencias. Toda una figura.
4. La cantera está en el territorio choni y poligonero, adolescentes y jóvenes que merecerán en el futuro, post monográfico.
Imágenes de la cabecera de post e interior, Segovia, estación de tren y mercado.