05 Sep
05Sep

Recién cumplido, un lustro en la ciudad. El balance es de indiferencia, pero un importante objetivo vital se ha moldeado aquí: mis años post laborales (si todo va normal, después de 5 cursos; da respeto llamarlo jubilación) no los viviré en ningún lugar del País Vasco. Suficiente, ya.

Pasada la típica emoción del encuentro con lo nuevo, presento una selección de percepciones en este tiempo; me imagino que inevitablemente, pesará mi origen y experiencia vital previa bárdula, y segundo, todo sin acritud, es una visión personal y subjetiva:

- Yo la veo sucia y se viste reguleras (hortera); pero hay pintas, lo que la hace divertidilla a veces. Tampoco hay una excesiva simpatía en las gentes.

- Se salpica con hitos arquitectónicos interesantes, pero el conjunto no da una sensación especial… es como un barrio de cualquier gran, gran ciudad occidental capitalista.

- Lo mejor de Bilbao son los váteres públicos, repartidos, abundantes y bastante dignos, cosa fundamental en un paseante nato como servidor.

- El segundo idioma que se habla en mi barrio actual es el árabe; el tercero, el chino.

- El Athletic es un sustituto religioso. Como no hay un santo potente que se conmemore con exaltación popular y compartida (tipo San Sebastián), ni fiestas alrededor de vírgenes o santos (como la Virgen Blanca o San Fermín; la Semana Grande es laica…), la liturgia que el cuerpo pide en un contexto judeocristiano peneuvista, se celebra en San Mamés (su “catedral”) cada semana, con casi todo el mundo vestido de monaguillo (la casulla o algún ornamento del equipo). De esta forma, también tienen sus milagros (ganar algo y “el millón” posterior de las gabarras) y sus beatos (Iríbar, por encima de todos). Es decir, una alienación de cojones; pero vamos, como en cualquier otro sitio…

- No soporto la peña (bastante) que tiene que dejar bien claro que es del botxo: por su deje en el habla provocado (que se ha transformado en natural en muchos casos), por alardear de fantasmagoría o de esas señas de identidad pseudo deportivas que he comentado en el anterior guión… es como una sensación constante de que te están perdonando la vida, por insignificante. Es justo lo contrario que me pasa cuando estoy en Extremadura: humildad insultante y una forma de hablar de la que parecen renegar, por su similitud con lo andaluz: curioso.

- El clima me gusta más que en Donosti, por ejemplo: hace más calor y llueve menos (no lo suficiente de ambas cosas para mi gusto, pero bueno).

- El Guggenheim es bestial, con unas exposiciones temporales, que son las que enriquecen la oferta cultural, en declive (no entiendo muy bien por qué): una pena.

- Mis otros dos lugares preferidos: la iglesia de Begoña y El Corte Inglés.

- Etc.

Seguiremos el tiempo restante de la mejor manera posible, como todos ustedes en los lugares que les ha tocado o elegido vivir: “en todas casas cuecen habas; y en la mía, a calderadas” (Cervantes, El Quijote); no desesperen…

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