07 Oct
07Oct


La cuestión es que la característica geográfica de la península ibérica en forma de "embudo" desde los Pirineos hacia el sur, con sus límites costeros, proporciona una especie de lugar de "roce y vecindad obligada, sin salida" que ha forjado un carácter variopinto y compartido, incluso, con Portugal.

Esta característica geográfica de la península ha hecho que, queramos o no, tengamos un carácter muy (inevitablemente) compartido, aunque uno sea la persona más reacia a la idea; es una especie de "geografía/jaula". No se puede hablar en este caso y si queremos ser precisos del ”carácter de un pueblo” sino de la suma de varios que han podido fraguar la visión que ”los demás” tienen de lo ”español”. El carácter tiende a ser una característica mucho menos voluble y cambiante que, por ejemplo, el gusto o las aficiones, más expuestas a las modas, las tendencias o el marketing global, por lo que se puede considerar como uno de los aspectos de identidad más fiables y evidentes de cualquier comunidad a costa de generar arquetipos que deriven en lo que se denomina como “tópicos” y que en general, tienden a rechazarse por generalistas o simplistas.

Si el carácter es idiosincrásico y real (expresión de una personalidad, constatada por permanente y reiterada) ¿por qué nos empeñamos en tildar peyorativamente de tópicas las singularidades resultantes quitándoles credibilidad? Arriesguémonos, echemos mano del conspicuo refranero popular (“cuando el río suena, agua lleva”) y aproximémonos a esos “tópicos” tan, en muchos casos, “políticamente incorrectos” (de ahí quizás, las reticencias a la aceptación) lanzándonos a ilustrar un “mapa del carácter ibérico”:

Imagen del post: siesta campestre.

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