08 Oct
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”Las Españas de los geógrafos no coinciden con las de los economistas, ni la de estos con las de los lingüistas y etnólogos. Si los científicos y especialistas en cada una de estas disciplinas no logran establecer contenidos o referentes con delimitaciones aceptables después de serios intentos y prolongados esfuerzos, tenemos que concluir que España es, en realidad, y bajo distintas perspectivas científicas, terra incognita”.

”España es una construcción mental, una abstracción, una fascinante complejidad cultural”.

Carmelo Lisón”Invitación a la antropología cultural de España” (Akal, Básica de bolsillo 2004, 3ª edición aumentada).

Quien se vincula emocional, apasionadamente a la idea de España, parte de entrada con una realidad desconcertante para cualquier patriota: su fragmentación desde muy diversos puntos de vista, contrarrestando este hecho con exaltación (respuesta lógica cuando existen complejos o inseguridades). España suena a ”matrimonio de conveniencia múltiple” forzado, en un marco legal (constitución) convertido en búnker obsoleto, desgastado como concepto, sosteniéndose con alfileres en base a intereses de poder, miedos, tozudez, éxitos deportivos, inercia cotidiana, hastío y manipulaciones varias (disparatado cóctel). Muchísima creatividad haría falta entre la dirigencia para cimentar una forma de país que aglutinase todas las aspiraciones territoriales existentes sin causar agravios varios ni agredir sensibilidades...

Y es que el español no es un "hombre político", le falta costumbre y no quiere enmendarse: sigue sin leer y como consecuencia, no sabe pensar, no puede razonar (resultado: irrespetuosidad y falta de autocrítica), por eso es incapaz de crear fórmulas de solución estables a bastantes de sus conflictos, entre otros, el de identidad. Los pueblos que conforman nuestra península han donado al mundo una visión del mismo al margen de la reflexión escrita; si observan, en la mayoría de manuales internacionales de filosofía, de pensamiento, estética o similares, apenas se menciona ninguna referencia española, si acaso Séneca, algunos árabes u Ortega y Gasset, el más conocido de los contemporáneos. El ”poso intelectual” es a golpe de refranero y anonimato... 

De esta manera España ha llegado al cabo de los tiempos a ser lo que es, fundamentalmente, una calamidad inmersa además en una crisis global mundial del concepto de estado (y de la sensatez). Recordemos la apesadumbrada reflexión decimonónica a la vez que intemporal, de un Cánovas del Castillo (el bisabuelo del Partido Popular, para entendernos) desconfiado de su propio pueblo, sobre el hecho de “ser” español y que tan bien representa la añeja y secular desesperanza patriótica de estas tierras y su permanente destino errático que intentó combatir con enorme desatino el alzamiento del 18 de julio de 1936:

“Son españoles, los que no pueden ser otra cosa”. 

Fotografías: post. Bar cervecería Cibeles en Mérida (Badajoz). Contenido: el toro de Osborne, creado en 1956 por Manolo Prieto (Azor Publicidad).

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